domingo, 2 de septiembre de 2018

Mira el día...
a lo mejor ni lo mires.
Ay¡Quién pudiera ver el día¡
Abstrae la luz de la ventana
y cuanto haya en tu cuarto
que te dificultan el día.
Quiza, mejor, cerrar los ojos
como los ciegos
que intuyen el día
que intuyen la noche.
Pero el día no es día
ni la noche es noche.
Si lo deseas espera el día,
pero intenta ver el día:
con intentarlo no pierdes nada.
Quien no arriesga un día
no saca el pan de cada  día.
Pues si vives en el día
cómo lo vas a ver¡
Por lo que se sabe
no tiene principio
no tiene fin.
Es increado.
Es día puro
y no sucio de cosas 
como el nuestro.
No te dejes engañar
del sol y sus rendijas.
Ni de la luna y su joyerío:
Te pueden engañar fijo.
Mira el día si quieres,
pero tus ojos engañan
al igual que las cosas
sus sombras y penumbras,
con que la ansiedad te afugia.
Esas habituales cosas.
Haz de saber que el día está inmovil.
No lo confundas con el río
ni te bañes en él.
El día anda quieto
y hace que las cosas se muevan.
Mira cómo el día te mira
con los espejos de tus ojos.
Mira cómo te despierta
y cómo te  aduerme
y no lo confundas con el sol
asido a los dinteles de tu puerta
husmeando en las vidrieras.
Por favor concibe el día.
Haz que crezca en él
un fresco cogollo
y coge la flor del día
como si fuera un sueño:
es la´única ilusion
que te puede ofrecer
el verdadero día
y no los pérfidos relojes.
Ni ese reloj de sol
ni ese reloj de luna
ni ese reloj de arena.
con su piterío
auyentando la quietud del silencio
profundo del infinito
que pretenden ser el día
disfrazados de molinos
de viento y de sudor.
En fin deja de mirar el día
ten con soñar con él.
Que el día sea puro sueño
con que se distrae la muerte
con sus vástagos frescos.

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