Dejame soñar despierto
ataja el día atrabiliario
yo quiero vivir reposado
cancela el horario
que martirizado me tiene
tal vez la muerte quisiera
dejar mis ojos inquietos
reposar en alguna idea placentera
de esas sin cuerpo
como alas sin pájaro
hecho de aire puro
y nieblas transparentes
limpias como ion divino.
domingo, 17 de diciembre de 2017
Con astucia mucha la niña se desliza
con su hondo furtivo deseo
yo,solitario rondo
apostado fantasma
tras la piedad de sus labios
y la emoción poetica
y la fragancia de aquel ángel del bosque
donde duerme el relámpago
terco e implacable
entre la lujuria y el olvido
yo,cobra de oro lascivo
no quisiera sino de ella
los estremecimientos
de su cuerpo desnudo
cuando llega la noche
con su espléndida anatomía.
con su hondo furtivo deseo
yo,solitario rondo
apostado fantasma
tras la piedad de sus labios
y la emoción poetica
y la fragancia de aquel ángel del bosque
donde duerme el relámpago
terco e implacable
entre la lujuria y el olvido
yo,cobra de oro lascivo
no quisiera sino de ella
los estremecimientos
de su cuerpo desnudo
cuando llega la noche
con su espléndida anatomía.
A nombrar de otra manera lo que hay
y ya es tiempo que la noche el amanecer sea
y que las estrellas sean la hierba
y las nubes camellos de niebla
y el viento las escobas de la inmundicia
y el agua sea el sol que bebe
la sed de nuestros ojos
que sin boca ni palabra
comienzan de nuevo
a bautizar por primera vez el mundo.
y ya es tiempo que la noche el amanecer sea
y que las estrellas sean la hierba
y las nubes camellos de niebla
y el viento las escobas de la inmundicia
y el agua sea el sol que bebe
la sed de nuestros ojos
que sin boca ni palabra
comienzan de nuevo
a bautizar por primera vez el mundo.
Mi palabra suelta al fin
con la voz saltando
de tremor y aire grave
y decir lo que queda
de aquel amor místico
de primavera fresca
de aquel cogollo
y decir si algo queda
en mi frente arrugada
en tu piel de sombríos
ojos que se apagan
al evocar aquella pasión
que en elegías lúgubres
con el pecado se obstinaba.
con la voz saltando
de tremor y aire grave
y decir lo que queda
de aquel amor místico
de primavera fresca
de aquel cogollo
y decir si algo queda
en mi frente arrugada
en tu piel de sombríos
ojos que se apagan
al evocar aquella pasión
que en elegías lúgubres
con el pecado se obstinaba.
Ahí el sol calienta
sin embargo no brilla:
y el día tengo que saludar,
el rugido de la Urbe oír,
saludar la ciudad vertical
con su quejido infantil
desde el autoritario interior,
mediante el paseo matinal
con el perro y las aves
escasas asechadas por el gato
y llegar a la plazoleta
donde nadie quiere hablar
ni ser amígo de café.
sin embargo no brilla:
y el día tengo que saludar,
el rugido de la Urbe oír,
saludar la ciudad vertical
con su quejido infantil
desde el autoritario interior,
mediante el paseo matinal
con el perro y las aves
escasas asechadas por el gato
y llegar a la plazoleta
donde nadie quiere hablar
ni ser amígo de café.
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