granos de la noche

He mirado la silla tanto
que se ha disuelto
entre los granos de la noche
pero el blanco del asiento persiste
donde tengo miedo de sentarme
el recuerdo de que le falta una pata
de que es para mi peligrosa
me la ha devuelto a los ojos
que la examinan vuelta 
del nocturnal viaje.

Callaba quieta  

Callada quieta como un arbusto
fija la mirada verde sobre el umbral
de la casa que no recordaba
donde desde niña moraba
ahora no le quedaba ni la palabra
para cobijarse del frío de la noche
a pesar del atado que con ahinco apretaba
entre sus cinturas y la noche
que la asediaba con sus fantasmas
de modernidad ruidosa y asustadora.