De pie

La Danny de pie en el umbral de la taberna
lleva cuatro o cinco horas de  espera.
Hacia la medianoche el tedio hace su parte
y el periódico es mentira ya mascada.
Todo yace vacío, la taberna también.
De sus pocos pesos se ha gastado tres
en café con ron y una cerveza
y ha terminado los cigarrillos que faltaban
entre torturadoras imágenes de vida,
de morbosas liviandades del pasado
y pensó devolverse al apartado derrotado.
Solitario dió dos largas miradas a cada lado
cuándo vió venir la figura amada:
Ahí mismo fatiga y tedio se desvanecieron como por arte de magia.