He blindado mi cuarto
Para no oír la fatal urbe,
Pero no logro que su rugido se vaya
Para sumergirme en el silencio dócil,
Salvo el latir de mi corazón,
La sonora quietud
Del místico san juan de la cruz
Y La onda del viento.
Todo reverberando con las libélulas
Entorno de los muros utópicos de mi casa.
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